La Prensa
Por: Daniel R Pichel - Noviembre 7, 2021
Y llegó el mes de la patria, lleno de declaraciones de amor patriótico y memorias de nuestras gestas de independencia (aquí nos hemos dado el lujo de emanciparnos varias veces). A diferencia de años anteriores, sin desfiles, en parte por las limitantes que nos ha impuesto la pandemia, y porque es un hecho que se ha ido perdiendo el entusiasmo que existía hace años, cuando marchar el tres y cuatro de noviembre, era un elemento natural en el año escolar.
Ahora, usamos esos días para descansar, y desconectarnos de la rutina del trabajo. Este año, conseguí un libro que me pareció apropiado para estos días. Se trata del recién publicado “9 de Enero de 1964. Lo que no me contaron”, escrito por Wendy Tribaldos, profesora de Ciencias Sociales e Historia, con estudios superiores en educación y museología.
Como no aspiro a hacer una crítica formal del libro como estudio historiográfico (considero que no tengo la formación, ni el conocimiento académico para hacerlo), comento algunas cosas que me llamaron la atención de lo escrito en sus 159 páginas, que terminé en menos de dos días.
El 9 de enero de 1964, yo tenía menos de dos años, así que lo que sé de lo ocurrido es producto de lo que he leído y lo que me han contado. “Lo que no le contaron a Wendy”, me parece agrega datos de una forma equilibrada, sin juicios de valor (evidentes en muchas de mis lecturas previas sobre aquel episodio).
El libro es producto de un extenso y detallado trabajo de investigación. Con abundante bibliografía, lo cual refuerza su valor documental, para quien quiera extender el estudio de aquellos hechos. Llamativa la gran cantidad de documentación gráfica, obtenida de los Archivos Nacionales de Estados Unidos, la Universidad de Florida, la Cancillería de Panamá, el Museo del Canal, la Autoridad del Canal de Panamá, colecciones privadas de fotografías históricas y reportajes gráficos de los periódicos de la época.
Además, se complementa con un documental de 27 minutos que reposa en los Archivos Nacionales de Estados Unidos, y que puede verse en la pagina de Youtube del Museo del Canal, con la versión del ejército de Estados Unidos en el “Resumen de disturbios en Panamá el 9 de Enero de 1964”. Ese documental, contrapuesto a la narrativa panameña, hace más interesante aún lo descrito en el libro.
En alguna ocasión leí que, “La verdad, está en algún lugar entre todas las versiones de cualquier hecho histórico”. No se puede desligar todo aquello, de lo que terminó siendo su consecuencia final, cuando el 31 de diciembre de 1999, el Canal de Panamá pasó a completo control panameño, y el territorio de la otrora“ Zona del Canal” dejó de existir como tal, a pesar de que curiosamente, aún hoy muchos llaman “La Zona” a áreas que desde hace más de veinte años están bajo jurisdicción panameña (porque territorio panameño siempre fueron).
Veo claro que el 9 de enero comenzó como un movimiento de los institutores para llevar la bandera panameña para ser izada junto a la de Estados Unidos en el Balboa High School, en cumplimiento de un acuerdo que así lo indicaba. Previamente, las autoridades de la escuela habían decidido no izar ninguna de las dos banderas. Así, los panameños, llegan a la escuela donde quienes estudiaban allí, querían a su vez que su bandera de barras y estrellas, estuviera en el asta como siempre. Finalmente, se autorizó a los institutores a llevar su bandera y cantar el himno, pero sin izarla. Se caldearon los ánimos, y en un forcejeo, la bandera de Panamá fue rasgada, lo cual contribuyó a que la situación se pusiera mucho más tensa.
Mientras eso ocurría, ya los universitarios y la población, se sumaban a las protestas lo cual, junto con transmisiones radiales que describían una batalla campal, terminaron en disturbios alrededor de la Avenida de los Mártires (en aquel momento llamada 4 de Julio). Finalmente, a las 7:59 pm del 9 de Enero, el gobernador interino de la Zona del Canal pide al ejército que controle la situación.
Los disturbios duraron varios días, en los cuales hubo importante destrucción de propiedad privada en la Zona y en las ciudades de Panamá y Colón. Según las autopsias y descripciones en el libro, nueve panameños murieron en Panamá y dos en Colón participando en las protestas. Otros cuatro murieron por accidentes (“balas perdidas” o inhalación de gas lacrimógeno) y siete más producto del incendio del edificio de Pan American. A esto se suman casi 500 heridos, de los cuales 175 fueron por disparos, gases lacrimógenos o heridas por bayonetas. Igualmente, Estados Unidos reportó 30 heridos por francotiradores panameños.
Interesante también el recuento detallado de las municiones utilizadas. Según los archivos forenses, no se utilizaron balas de alto calibre, ni se usaron tanques para atacar a la población. Sin embargo, sí hubo disparos hacia la ciudad de Panamá, como evidencian las ventanas del Instituto Nacional donde aún quedan señas de los disparos al edificio.
Todo aquello, ocasionó una tormenta diplomática. Esa misma noche, el Presidente Chiari y su gabinete, deciden romper relaciones diplomáticas con Estados Unidos y sirvió de argumento para que Chiari presionara a Estados Unidos para comenzar la revisión y renegociación de los Tratados de 1903. Aquella solicitud, inició el proceso que llevó finalmente a la firma del tratado Torrijos-Carter en 1977.
Sin duda, los eventos del 9 de Enero de 1964, marcaron un antes y un después en las relaciones entre Panamá y Estados Unidos. El libro de Wendy Tribaldos, aporta abundante material a la ya extensa documentación sobre lo ocurrido.
Cincuenta y siete años después, con el canal bajo control panameño, y sin enclaves coloniales en nuestro país, puede ser un buen momento para revisar los hechos como fueron, sin sesgos, ni romanticismos. Sin olvidar que, como decía Campoamor: En este mundo traidor/nada es verdad ni mentira/todo es según el color/del cristal con que se mira…
Cardiólogo Clínico y Ecardiografista en Cardiólogos Asociados de Panamá y Hospital Paitilla. Profesor de cardiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Director Fundador del Museo de la Libertad y los Derechos Humanos de Panamá. Es miembro del Movimiento Ciencia en Panamá y del Club Rotario Pacífico. Panelista invitado en programas de opinión de radio y televisión. Desde 1997 es columnista regular de la sección de Opinión del Diario La Prensa.
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