La Prensa
Por: Daniel R Pichel - Enero 5, 2025
Con esto de los hackeos de las señales de internet, he decidido poner un título en clave, de modo que quien lo intercepte, no sepa a quien va dirigido el mensaje. Aunque de repente no sirve de nada, no deja de hacer que uno se sienta como aquellos espías de antes, de los que usaban gabardina y sombrero de fieltro, (nada de fumar porque da cáncer), mientras que, tomando su "vodka martini agitado, no revuelto", codificaban informes con los datos de una libretita, para que fuera más dificil de interpretar si alguno de los malos (vestidos parecido, pero con acento bolchevique), decide averiguar qué voy a pedirles.
Iba a escribirle al señor aquel panzón de los países del norte, pero pienso que debe estar muy ocupado tratando de que no les roben Groenlandia, que Rusia y Putin no se les metan en sus países, y que los renos no se le vayan a infectar con alguna de esas zoonosis raras que siguen amenazando con otra pandemia como la de Covid-19, y de la que evidentemente no hemos aprendido nada.
Esta carta va dirigida a los tres señores que reparten cosas el seis de enero. En este siglo de la automatización, han sido reemplazados por Jeff Bezos y Amazon, pero no deja de tener su romanticismo enviar cartas con deseos, y esperar que se cumplan. Así que Melchor, Gaspar y Baltasar, ahí les van mis peticiones para el 2025.
Primero, les pido prudencia. Tomando en cuenta desde donde vienen, anden con cuidado, porque por allá hay muchos peligros. Antes de seguir una estrella, confirmen que no es algún misil de los que unos y otros se tiran con todo cariño desde ya hace más de un año. Pensar que en ese trozo de tierra entre los ríos Tigris y Eufrates, comenzó toda la civilización como la entendemos hoy, parece mentira que al paso que vamos, posiblemente sea allá mismo donde termine todo.
Otra recomendación es que traten de dejar para el final el reparto a Estados Unidos. Con esto de las deportaciones, y tomando en cuenta su diversidad como grupo, quien sabe y los acusan de comerse los camellos, y los mandan a algún país de los que la cosa esa anaranjada ha decidido que sean receptores de toda la gente que él no quiere allá.
El primer lugar que encontrarían en su camino es Siria. Si bien han logrado sacudirse al salvaje de Bashar Al-Assad, los que ocupan el gobierno ahora no parecen muy confiables. Déjenle una dosis de sentido común, a ver si no terminan como los demás países que, después de la esperanzadora "Primavera Árabe" quedaron metidos en unas teocracias que prometen llevarlos casi que al medioevo.
Por allí cerca, también tienen a Gaza. Lo que está pasando allí es una barbaridad por donde se mire. Hamas demostró que son unos asesinos despreciables, que mataron cobardemente a gente que no se había metido con ellos. Como era de esperarse Israel se defendió. Pero, por el otro lado, el corrupto Netanyahu, apoyado en lo más rancio de la derecha religiosa israelí, ha encontrado una excusa para matar a un montón de civiles inocentes. Y no es justo que un pueblo que ha sido perseguido, y que fue víctima de una de las atrocidades más grandes de la historia, ahora ve deteriorar su imagen ante el mundo, por culpa de un gobierno que está tratando de salvar su pellejo. El pueblo de israel, y la comunidad judía del mundo, no merecen esas opiniones que mucha gente generaliza. A unos y otros, llévenles un poco de respeto por la vida humana. Que el mundo (dificil con el perfil de gobernantes que está de moda), se trate de poner de acuerdo para llegar a una convivencia civilizada entre vecinos milenarios. Por lo menos hagan el intento.
Sería conveniente que para este 2025, repartan también un poco de paz a los ukranianos, y que los dejen vivir tranquilos en su país. La guerra que el hiijo de la gran Sra. Putin pensaba que iba a durar un mes, ya lleva casi tres años. El todopoderoso ejército ruso se ha quedado en morisquetas, al punto que hasta los Coreanos del Norte han ido a ayudarles. Y ni aún así logran terminar la dichosa guerra. Por favor, un poco de cordura, aunque no esté de moda.
Cuando salten el charco, tarde o temprano llegarán a Estados Unidos. Francamente, allí no se ni que pedirles. Un país donde la gente considera que ser un violador, estafador, condenado por treinte y cuatro delitos, y que ya demostró que la democracia le importa un absoluto pepino es la persona ideal para dirigir el país, no es mucho lo que puede esperarse. Tal vez, lo más lógico sea pedir que no acaben con todo en los próximos cuatro años. Con eso, ya sería ganancia.
A Trump, tres juguetes, el modelo de Lego del Canal de Panamá, para que pueda apoderarse de él todas las veces que quiera, el juego de Risk, donde pueda anexarse países tirando datos, y un maletin con botones, números y lucecitas, donde pueda activar los códigos nucleares sin que represente un peligro para nadie.
Para el megalómeno ese llamado Elon Musk, lo único que pido es éxito. Mucho éxito en sus negocios, especialmente en su empresa Space X. Que sea tan exitoso que pueda agarrar un cohete, y largarse a algún explaneta muy lejano, donde pueda hacer un mundo a su gusto, en que todos cumplan con sus ideas "natalistas" teniendo doce hijos cada uno, usando nombres tan normales como el de sus hijos Tay Techno Mechanus y X Æ A-Xii.
Y, cuando pasen por Panamá, tómense un ratito para ayudarnos a arreglar nuestros problemas. A los diputados (a pesar que siempre se portan mal), un poco de responsabilidad, para tomar las medidas necesarias para salvar la CSS. Si los números no dan, lo responsable es afrontarlo, y dejar de jugar a la politiquería. Y a mis colegas gremialistas, por favor un embudo, a ver si entienden la ley que de allí saca su nombre. No puede ser que la salud no puede unificarse porque los asegurados cargarían con la salud de los no asegurados, pero las jubilaciones tiene que salvarla el estado poniendo fondos de los impuestos que pagan también los no asegurados. Esto de la solidaridad selectiva, se las trae...
Bueno, anden con cuidado y espero puedan ayudar en algo. Que buena falta hace...
Cardiólogo Clínico y Ecardiografista en Cardiólogos Asociados de Panamá y Hospital Paitilla. Profesor de cardiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Director Fundador del Museo de la Libertad y los Derechos Humanos de Panamá. Es miembro del Movimiento Ciencia en Panamá y del Club Rotario Pacífico. Panelista invitado en programas de opinión de radio y televisión. Desde 1997 es columnista regular de la sección de Opinión del Diario La Prensa.
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