ARTÍCULOS DE PRENSA

Crimenes de guerra

La Prensa

Por: Daniel R Pichel - Diciembre 24, 2023

Pocas cosas en el mundo son más despreciables que las guerras.  Todas y cada una de ellas.  En su esencia, consisten simplemente en unos seres humanos matando a otros seres humanos.  Las excusas para hacerlo son variables, pero se hacen planes y se ejecutan acciones que tienen como objetivo matar a otras personas, para lograr algún objetivo que puede ser político, económico, bélico o territorial.  Las narrativas alrededor de las guerras, siempre están matizadas por quién cuenta la historia.  Los “buenos” o los “malos” los define el narrador.  Y cada quién toma su posición de apoyo a unos u otros.  Que yo recuerde, nunca he escuchado a alguien que durante una guerra (cuando ya perdieron, la historia es diferente), diga abiertamente:  “nosotros somos los malos”.   El caso, es que viendo las guerras sin tomar bando, lo más cierto es que “en la guerra no hay vencedores, solo hay vencidos…”.

 

En todo momento hay guerras.  Por supuesto, sabremos más o menos de ellas según quienes estén involucrados y que tanto acceso tengan a los focos de poder global.  Así, desde el año pasado, la guerra de la que todo el mundo hablaba era la de Rusia y Ucrania, hasta octubre de este año, donde Putin, Zelensky, y sus ejércitos, fueron mediáticamente desplazados por lo que ocurre en la Franja de Gaza.  Un capítulo más de una larguísima guerra sin visos de solución.

 

Hoy día, en el Medio Oriente, ya no se pelea por los derechos posesorios sobre un territorio que se le asignó a alguien en el Antiguo Testamento.  Los muertos de hoy, son puramente en represalia a los muertos de ayer, y los de mañana serán en venganza por los de hoy.  Son dos pueblos destinados a compartir un territorio, sin que se puedan lograr suficientes puntos de acuerdo, para establecer una convivencia pacífica.  Cuando en 1993 daba la impresión de que se encausaba un acuerdo aceptable, primero el fanatismo religioso y después la política en ambas partes, echaron todo a perder. 

 

Pero por más salvaje que pueda ser la guerra, existen normas aceptadas por el mundo civilizado sobre qué se puede y qué no se puede hacer en un conflicto armado.  Estas normas, están claramente definidas en el Derecho Internacional Humanitario (DIH), basado en los acuerdos de Ginebra de 1949 y tratados posteriores.   Los principios se aplican a todas las partes en conflicto, independientemente de quién ataque primero.  Según el Comité Internacional de la Cruz Roja, el DIH busca proteger a la población civil, al personal sanitario y religioso, a los heridos, enfermos y náufragos, y a los prisioneros de guerra.

 

Una de las frases más reales sobre la guerra dice:  “en la guerra, la primera víctima es la verdad”…  Se le atribuye al dramaturgo griego Esquilo, quinientos años antes de nuestra era.  Así, desde que estalla un conflicto armado, habrá versiones de lo que ocurre que se acomoden a la narrativa qué quiera creer cada quien.  Los pro-Putin dirán que Zelensky es un corrupto que solo busca enriquecerse con la ayuda que envía Occidente, mientras que los pro-Zelensky dirán que Putin es un salvaje asesino que quiere conquistar territorios como los Zares.

 

Pero volviendo a la guerra de Gaza, hay hechos que parecen incontrovertibles.  Lo que hicieron los terroristas de Hamas el 7 de Octubre, asesinando a más de mil israelíes (en su inmensa mayoría civiles) sin razón alguna y tomando más de doscientos rehenes, no tiene defensa posible.  De hecho, ese día el mundo se solidarizó con Israel como víctima de un ataque sanguinario y sin justificación alguna.  Igualmente, todo el mundo reconoció que Israel tiene un genuino derecho a defenderse de un grupo terrorista que tiene identificado uno de sus objetivos existenciales la destrucción del estado de Israel.

 

Pero ese genuino derecho a defenderse, es muy válido hasta que comienza a ir contra principios del DIH como son: humanidad, distinción, limitación, precaución, necesidad militar y proporcionalidad.  Y he allí el gran problema de esta guerra.  De los dos lados se están cometiendo acciones que están claramente definidas como crímenes de guerra.  No hablamos de genocidio ni de crímenes de lesa humanidad que tienen otras definiciones.  Son simplemente crímenes de guerra.  

 

Tener escudos humanos o esconder armas en hospitales o ambulancias es tan crimen de guerra como bombardear esos mismos hospitales y ambulancias.  Matar civiles en un concierto es tan crimen de guerra como matar civiles en una casa o una escuela (aunque en la escuela se escondan armas).  Porque el terror de un niño israelí que le matan a sus padres frente a sus ojos, es igual al de un niño palestino que ve a sus padres desmembrados cuando cae una bomba en su casa.  

 

Otro tema despreciable, es la forma como todos usan la guerra para cumplir objetivos políticos.  Hamas sabía perfectamente que Israel atacaría con toda su fuerza militar, y lo vieron como una oportunidad para ganar apoyo internacional por el principio natural de que los seres humanos tienden a solidarizarse con quienes perciben como más débiles.  Netanyahu por su parte tiene una imagen tremendamente deteriorada dentro de Israel, pero claramente ha visto en la guerra una oportunidad para mantener el apoyo político de los grupos más radicales que le sirven de soporte para mantenerse en el poder.  Incluso, algunos lo acusan de saber con anticipación lo que iba a pasar.  Lo que no se imaginaba era la magnitud del ataque.

 

Así, hoy tenemos una guerra donde lo que menos parece importar es la vida de los civiles del otro lado.  Hamas quiere destruir a Israel, con el apoyo conocido de Iran, Turquía, Egipto y Qatar, pero que no se ven involucrados en las acciones militares.  Mientras, líderes israelíes dicen que su prioridad es la destrucción y no la precisión.   

Como dijeron en un panel de discusión del tema en la Feria del Libro de Guadalajara:  “El problema que vive nuestro mundo es una crisis civilizacional.  Mientras en la discusión Israel-Palestina (o Netanyahu-Hamas) se use la palabra “pero”, estamos perdidos, porque implica relativizar los abusos de unos y otros.  Así, no se puede…